La existencia de una filosofía de C. ha sido tema de numerosas polémicas y especulaciones, sobre todo entre los intelectuales colombianos. Junto a las posiciones extremas, de los que afirman que existe una filosofía propia del país, o niegan en absoluto que haya eXIstido, se encuentra la opinión, más aceptable, de los que piensan que ha habido y hay filosofía en C., no de C., y, sobre todo, que ha habido y hay filósofos. Las razones de la falta de sistematización y originalidad del pensamiento colombiano, algunas de las cuales expone Luis López de Mesa (cfr. J. Vélez Correa, o. c. en bibl., 894) son sin duda profundas y muy diversas, pues van desde el peculiar temperamento afectivo del pueblo colombiano hasta las concretas circunstancias sociales y políticas con las que ha debido enfrentarse. Sin embargo, a pesar de que no se encuentra un pensamiento autóctono, expresión de un pueblo y de su problemática, sí que existe en C. un contacto continuo con la actividad filosófica europea, y un constantemente renovado grupo de pensadores interesados y ocupados en la filosofía, dedicados a asimilar, difundir y desarrollar las ideas filosóficas, de un modo original. «Ninguna teoría europea que merezca ser llevada a la vida... ha podido ser recibida por nosotros en forma pura. Con más o menos originalidad la hemos acomodado a nuestra índole...» (C. Betancur, intr. a J. D. García Bacca, o. c. en bibl., 15). Quizá las peculiares circunstancias a que aludíamos han impedido elaborar y hacer fecundas concepciones que, debidamente desarrolladas, habrían dado frutos muy distintos: «Pensamientos como los de Urbina sobre lo que es la Naturaleza, llevaron, en otros medios, tras cavilosa meditación, a la constante de Planck» (ib., 17).
Los orígenes de la actividad filosófica colombiana han de situarse en la época de la colonización. A los s. XVII y XVul pertenecen los manuscritos en latín conservados en los seminarios, colegios y universidades de Santa Fe, consecuencia de la labor difusora de la escolástica, llevada a cabo por la colonización. Jesuitas, dominicos y franciscanos, respectivamente, enseñaron y cultivaron el suarismo, tomismo y escotismo. La unidad del método y la común recurrencia a Aristóteles en las cuestiones más problemáticas no unifican la distinta orientación de estas corrientes. La metafísica, dialéctica, filosofía natural, ética y teología natural, son objeto de especulación por parte de un grupo de pensadores, como José de Urbina, Jerónirno Marcos, Mateo de Mimbela, etc. (v. bibl.).
El interés por las ciencias naturales y la botánica, unido a un debilitamiento del espíritu religioso que impregnaba el pensamiento anterior, caracterizan la segunda mitad del s. XVIn, en el que se implanta, por iniciativa del virrey Guirior, un nuevo plan de estudios (1774) elaborado por Moreno y Escandón sobre nuevos conceptos éticos y, sobre todo, metodológicos. Aparece, como en otras partes, el falso conflicto entre fe y razón (v. RAZóN ti; REVELACtóN IV). Feijoo, Wolf y los científicos del momento son el estímulo de pensadores como Francisco José de Caldas y José Félix de Restrepo, en esa equívoca controversia.
No comments:
Post a Comment